La buena elección de embajadores de marca puede ser crucial para construir y mantener una imagen de marca positiva, llegando a transformar por completo la percepción de una empresa. Pero, así como todo puede ir sobre ruedas, una sola decisión puede ser que toda tu estrategia termine en un autogol (ba dum tss).
Hoy 24/01, la designación de Ricardo Gareca como entrenador de la selección chilena de fútbol es casi un hecho y ya viene generando desafíos inesperados (o no) para Scotiabank, que apostó por todo por el exentrenador peruano y cuya campaña buscaba transmitir honestidad y confianza.
La apuesta (casi) segura
No es para nada nuevo que una marca retire auspicios a influencers por diversas discrepancias. La relación entre figuras públicas y marcas puede llegar a ser tan impredecible como un propio partido de fútbol.
Sin embargo, Ricardo Gareca, el ser humano más querido por los peruanos en años, parecía ser una apuesta segura para Scotiabank (y la mayoría de marcas peruanas). Su aura de confianza y el aprecio del público eran elementos que pocas marcas podían igualar. Como tenía que ser, Scotiabank apostó fuerte, no solo por Gareca como embajador, sino también por la conexión genuina que él representaba. Ahora, con la noticia de su nombramiento como entrenador de la Selección Chilena, nos encontramos en una situación donde la percepción puede cambiar cual chasquido de Thanos.
Una hinchada golpeada
El anuncio de Gareca como nuevo entrenador de Chile ha desatado una ola de emociones en la comunidad peruana. La sorpresa inicial dio paso a sentimientos de traición por parte de algunos seguidores, quienes ven el cambio como una ruptura de la lealtad y la conexión emocional que Gareca había establecido con el país. En las redes sociales, se expresan opiniones divididas, desde la desilusión de aquellos que se sienten defraudados hasta la comprensión de quienes entienden las decisiones profesionales del entrenador. Esta situación ha desencadenado debates intensos sobre la autenticidad de las relaciones entre marcas y embajadores de marca.
Del amor al odio
El giro en la carrera de Ricardo Gareca presenta un desafío significativo para Scotiabank. La campaña que buscaba transmitir honestidad y confianza a través de la asociación con una figura querida ahora enfrenta la amenaza de ser percibida como carente de autenticidad. El cambio de «confianza» a «traición» es un desafío delicado para la imagen de la marca, especialmente en un contexto donde la rivalidad histórica entre Perú y Chile añade una capa adicional de sensibilidad. La falta de previsión ante posibles cambios en la situación del embajador de marca puede tener consecuencias negativas tanto a nivel económico como en la percepción del público y plantea una lección muy dura: Ni contar con la persona más querida de un país te salva la campaña sino te planteas todos (pero todos) los escenarios posibles.
Hablemos en serio
Pero no todo es negativo para Scotiabank; está a tiempo de revertir esta situación y consolidar su imagen de marca. La clave radica en abordar proactivamente la situación, comunicar claramente la autenticidad de la relación hasta el momento y contrarrestar la percepción de “traición”. Además, la marca tiene la oportunidad de demostrar flexibilidad al considerar ajustes en sus estrategias de asociación con embajadores de marca, anticipando posibles cambios en la vida de estas figuras públicas. Scotiabank puede capitalizar la experiencia para fortalecer futuras asociaciones, aprendiendo de esta coyuntura y aplicando una gestión de crisis efectiva. ¿Cómo manejará Scotiabank esta situación inesperada en el tablero publicitario? La pelota está en su cancha.